Los sueños no tienen copyright / Cecilia Pavón

Los sueños no tienen copyright / Cecilia Pavón


81 pag.












Llegué a este libro de casualidad, resulta que Gaby tuvo la gran idea de regalarme un e’book, lo malo fue que el aparato no terminaba de convencerme porque va un poco lento y muchos libros quedan con el formato descuajeringado. Un día Alejandro me lo pidió para leer un libro de Terranova que se puede descargar gratis de la red y después de leerlo me lo devolvió lleno de un montón de libros. Hasta hace un año para conseguir esos libros viajábamos 14 horas en un avión horrible, caminábamos por la calle Corrientes y encontrábamos de todo, menos lo que buscábamos. Así fue que, un viernes a la noche, sin gastar un céntimo, me encontré con libros de Juan Terranova,  J.P. Zooey, Selva Almada, FedericoLevínCecilia Eraso, Mercedes Halfon, Diego Carballar, Mario Arteca, Horacio Fibelkorn, Mariano BlattAlejandro Soifer, Alfredo Jaramillo, Lucas Oliveira y Mauricio Salvador. Con algunos tuve los problemas propios de mi e’book de Fnac, el menos recomendable de los e’books del mundo, pero el de Cecilia Pavón lo pude leer sin dificultades y con una alegría estimulante.

Apenas lo empecé me di cuenta que ya había leído alguna cosa de ella en su blog OnceSur. Además me acordé que los dos años que viví en el barrio de Congreso, desde el 2000- hasta el 2002, cuando me vine para acá, habían sido unos años muy intensos que los pasé con mucho tiempo libre y muy poco dinero, por tanto mis actividades se centraban en ir a todas las manifestaciones posibles y al Museo de Bellas Artes. También daba paseos por Recoleta o por el Once, un día llegué caminando hasta Belleza y Felicidad. Creo que fue en esa librería-galería donde vi una instalación hecha con varias esculturas de la Virgen en colores fluorescentes, con los labios pintados de negro, que bailaban en una discoteca; de lo que sí estoy segura es que ahí me compré a dos pesos un libro de Roberto Jacoby, que se me perdió como casi todos los libros que tuve antes del 2002.

Según se explica en el prólogo del libro, Cecilia Pavón fue una de las impulsoras de Belleza y Felicidad, y no sé si fue tener esa información lo que me hizo sentir que con este libro de cuentos viajaba otra vez a aquella sensación de extrañamiento, incerteza y futuro que sentía a principios de siglo, y que de alguna manera volvemos a repetir acá en Barcelona por estos días de electroshock sobre el estado de bienestar.

En sus cuentos Pavón maneja un equilibrio de bailarina entre la armonía y la provocación. Es como si enfocara las cosas que vemos todos con un tercer ojo, libre de otras referencias y al mismo tiempo conectado a su mundo sensible, compacto y coherente; el laboratorio depurado de la autora. La prosa parece destilar un olor a nuevo o a limpio, con su luminosidad, sus colores radiantes, su simpleza para formular ideas retorcidas o extravagantes. Me imagino a la autora pasando la aspiradora o pulverizando limpiavidrios para lograr esa superficie brillante y cristalina, el espejo perfecto para que sus ideas insólitas sobre música, sexo, condición femenina, drogas, capitalismo, dinero, ciudad, arte, ecología y sociedad bailen una performance terriblemente seductora para cualquiera que se cruce con la lectura de este libro.

Hablaría de todos y cada uno de los cuentos, porque no tienen desperdicio, por ejemplo, decir que el cuento “Monjas, la utopía de un mundo sin hombres” parece jugar con  “Cómo me hice monja”, en donde César Aira traiciona las expectativas que genera el título y Cecilia Pavón las cumple. O que la metamorfosis sensitiva que se produce en las calles de “Congreso, 1994” entre elementos de la naturaleza y de la ciudad es una pieza de relojería china.

Sin embargo prefiero dejarles el relato “S/T”, como una carcajada alucinada y dolorosa en medio del derrumbe que vive Europa:

“Es maravilloso gastar dinero cuando lo ganás con facilidad: Como si fuera liviano, limpio, y como si estuvieras haciéndole un bien al género humano, estos veinte dólares que ahora salen de tu billetera pondrán en movimiento cientos de industrias. Desde ahora esa bufanda verde con hilos dorados viaja de la tienda a tu casa. El dinero hace que las cosas se muevan con magia por la ciudad. Cosas viajeras en valijas. Lo importante de viajar es traer cosas: los recuerdos son ilusiones, las cosas, la única verdad que permanece a lo largo de los años, tiempo y dinero. Cuando te mueras lo harás en tu cama, rodeada de objetos bellos y significativos, ropa de diseñadores talentosos, o libros de fotografía con hojas pesadas. La ropa cara es la única que le viene bien al cuerpo. Los libros de los poetas jóvenes alemanes son hermosos y cuestan dinero, las copas de cristal, los anillos de falso brillante, el champagne: ¡Ah, el aire en los Alpes es como hecho de champagne! A esta altura, nadie debería trabajar y todos deberían gastar; ¡ah, los dólares alpinos! Si sacaran todo el dinero de los bancos suizos se formarían montañas de francos suizos.

Quisiera tener una habitación llena de euros, desde el piso hasta el techo, entrar en la madrugada, cuando está todo oscuro y pisarlos; tomaría un puñado sin mirar la cantidad y los podría en los bolsillos de los invitados, dormiría sobre los euros como si durmiera sobre el heno de un establo. Protegida por la comunidad europea y sus monumentos”. 

This entry was posted on viernes, 14 de septiembre de 2012 and is filed under ,,,,,,,,,,,,,. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0. You can leave a response.

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