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Llegué a este libro de casualidad, resulta que Gaby tuvo la gran idea de regalarme un e’book, lo malo fue que el aparato no terminaba de convencerme porque va un poco lento y muchos libros quedan con el formato descuajeringado. Un día Alejandro me lo pidió para leer un libro de Terranova que se puede descargar gratis de la red y después de leerlo me lo devolvió lleno de un montón de libros. Hasta hace un año para conseguir esos libros viajábamos 14 horas en un avión horrible, caminábamos por la calle Corrientes y encontrábamos de todo, menos lo que buscábamos. Así fue que, un viernes a la noche, sin gastar un céntimo, me encontré con libros de Juan Terranova, J.P. Zooey, Selva Almada, FedericoLevín, Cecilia Eraso, Mercedes Halfon, Diego Carballar, Mario Arteca, Horacio Fibelkorn, Mariano Blatt, Alejandro Soifer, Alfredo Jaramillo, Lucas Oliveira y Mauricio Salvador. Con algunos tuve los problemas propios de mi e’book de Fnac, el menos recomendable de los e’books del mundo, pero el de Cecilia Pavón lo pude leer sin dificultades y con una alegría estimulante.
Apenas
lo empecé me di cuenta que ya había leído alguna cosa de ella en su blog OnceSur. Además me acordé que los dos años que viví en el
barrio de Congreso, desde el 2000- hasta el 2002, cuando me vine para acá,
habían sido unos años muy intensos que los pasé con mucho tiempo libre y muy
poco dinero, por tanto mis actividades se centraban en ir a todas las
manifestaciones posibles y al Museo de Bellas Artes. También daba paseos por
Recoleta o por el Once, un día llegué caminando hasta Belleza y Felicidad. Creo
que fue en esa librería-galería donde vi una instalación hecha con varias
esculturas de la Virgen en colores fluorescentes, con los labios pintados de
negro, que bailaban en una discoteca; de lo que sí estoy segura es que ahí me
compré a dos pesos un libro de Roberto Jacoby, que se me perdió como casi todos
los libros que tuve antes del 2002.
Según
se explica en el prólogo del libro, Cecilia Pavón fue una de las impulsoras de
Belleza y Felicidad, y no sé si fue tener esa información lo que me hizo sentir
que con este libro de cuentos viajaba otra vez a aquella sensación de
extrañamiento, incerteza y futuro que sentía a principios de siglo, y que de
alguna manera volvemos a repetir acá en Barcelona por estos días de
electroshock sobre el estado de bienestar.
En sus
cuentos Pavón maneja un equilibrio de bailarina entre la armonía y la
provocación. Es como si enfocara las cosas que vemos todos con un tercer ojo,
libre de otras referencias y al mismo tiempo conectado a su mundo sensible,
compacto y coherente; el laboratorio depurado de la autora. La prosa parece
destilar un olor a nuevo o a limpio, con su luminosidad, sus colores radiantes,
su simpleza para formular ideas retorcidas o extravagantes. Me imagino a la
autora pasando la aspiradora o pulverizando limpiavidrios para lograr esa
superficie brillante y cristalina, el espejo perfecto para que sus ideas insólitas
sobre música, sexo, condición femenina, drogas, capitalismo, dinero, ciudad, arte,
ecología y sociedad bailen una performance terriblemente seductora para
cualquiera que se cruce con la lectura de este libro.
Hablaría
de todos y cada uno de los cuentos, porque no tienen desperdicio, por ejemplo, decir
que el cuento “Monjas, la utopía de un mundo sin hombres” parece jugar con “Cómo me hice monja”, en donde César Aira traiciona las expectativas que genera el título y
Cecilia Pavón las cumple. O que la metamorfosis sensitiva que se produce en las
calles de “Congreso, 1994” entre elementos de la naturaleza y de la ciudad es una
pieza de relojería china.
Sin
embargo prefiero dejarles el relato “S/T”, como una carcajada alucinada y
dolorosa en medio del derrumbe que vive Europa:
“Es
maravilloso gastar dinero cuando lo ganás con facilidad: Como si fuera liviano,
limpio, y como si estuvieras haciéndole un bien al género humano, estos veinte
dólares que ahora salen de tu billetera pondrán en movimiento cientos de
industrias. Desde ahora esa bufanda verde con hilos dorados viaja de la tienda
a tu casa. El dinero hace que las cosas se muevan con magia por la ciudad.
Cosas viajeras en valijas. Lo importante de viajar es traer cosas: los
recuerdos son ilusiones, las cosas, la única verdad que permanece a lo largo de
los años, tiempo y dinero. Cuando te mueras lo harás en tu cama, rodeada de
objetos bellos y significativos, ropa de diseñadores talentosos, o libros de
fotografía con hojas pesadas. La ropa cara es la única que le viene bien al
cuerpo. Los libros de los poetas jóvenes alemanes son hermosos y cuestan
dinero, las copas de cristal, los anillos de falso brillante, el champagne:
¡Ah, el aire en los Alpes es como hecho de champagne! A esta altura, nadie
debería trabajar y todos deberían gastar; ¡ah, los dólares alpinos! Si sacaran
todo el dinero de los bancos suizos se formarían montañas de francos suizos.
Quisiera
tener una habitación llena de euros, desde el piso hasta el techo, entrar en la
madrugada, cuando está todo oscuro y pisarlos; tomaría un puñado sin mirar la
cantidad y los podría en los bolsillos de los invitados, dormiría sobre los
euros como si durmiera sobre el heno de un establo. Protegida por la comunidad
europea y sus monumentos”.