Aperitivos (Avances de la novela)


el Vigésimo quinto día del Cuarto Mes
Dicen que la mujer de ojos rojos murió ahogada en sus lágrimas de sangre; de esta dama sufrida debe tomarse la lección y no el ejemplo. Cuando se trata de llorar lo correcto es verter lágrimas de agua con pizcas de sal puesto que el agua es el elemento más apropiado para dejar caer, no así la sangre cuyo vertido duele, en cambio el agua sí que es curiosa.
El Vigésimo quinto día del Cuarto Mes con pasos sigilosos en mis sandalias de madera me dirigí sobrevolando el entramado de mosaicos blancos de la cocina a beber agua del grifo. El calor de la temporada que se avecinaba en esta parte del mundo (tan distanciada de los capullos de ciruelo de mi casa en Japón) se me anunciaba por la garganta seca, al repasar en voz alta las ideas que luego le inspiraría a Olbaid."

El diario de Sei, cap. 31/ Morir Afuera

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