Perfumes y ratas


Ayer nos encontramos con M. para comprar el regalo de cumpleaños de A., la pasé a buscar por su clase de árabe en la academia de Mostafa Mahmoud, el profe egipcio que me ayudó con el examen más jodido del mundo, y nos fuimos a ese sótano endemoniado, lleno de perfumes, que queda a la orilla de Plaza Catalunya. Un infierno inmenso, intoxicante, comercial y vicioso en el que nos pasamos dos horas agitando varitas de cartón y esnifando como dos yonkies felices. Por cada botellita primorosa que rociábamos se abría una puerta diferente que daba a un jardín en mitad de la noche, a una piscina interior con ventanas abiertas, a la cocina donde una pastelera había horneado unas magdalenas de frutos rojos, a un campo de lavandas bajo una tormenta de verano o a un armario antiguo y bien conservado.

En un momento estábamos tan drogadas que empezamos con la risa tonta y cuando pasamos por el expositor donde se expone el perfume de Lady Gaga,  M. se acordó que para la promoción la cantante había dicho que quería que su perfume fuera una mezcla del aroma del semen y la sangre, lo que nos pareció una guarrada asquerosa que no podía estar buena, así que nos fuimos a olerlo y la sensación fue muy bestia: un viaje en el tiempo hasta la parra que había en el patio de mi abuela, el olor exacto de la uva chinche que brotaba en febrero.

Hace unos cuantos años, cuando le pregunté por qué habían quitado la parra, me dijo que se llenaba de ratas y que lo peor de todo era que los gatos a la noche corrían por los techos para cazarlas. Entonces, cuando me vio venir con mis pucheros de adolescente ecologista, me cortó en seco y me aseguró que de todas maneras ella ya había sufrido bastante con ese asunto de la parra, que los mismos gatos la habían castigado cuando se comieron unas albóndigas con vidrio que ella les había preparado. Aquella noche, me explicó la anciana, la pasó sin pegar un ojo escuchándolos gritar, sobre el techo de su habitación, con ese aullido infantil que tienen los gatos cuando aman o mueren. La música siniestra de Morir Afuera. 

This entry was posted on viernes, 7 de diciembre de 2012 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0. You can leave a response.

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