El fraudulento fuego de la purificación


La búsqueda de Natán Ripoll tiene sus consecuencias inesperadas. Esta vez nos cruzó con el destino de Cayetano Ripoll, aunque no sabemos a ciencia cierta si está vinculado por alguna rama genealógica con nuestro desaparecido autor, y para lo que nos ocupa poco importa. El caso es que este señor fue la última víctima de la Inquisición. Oriundo de Solsona, combatió contra la franceses en la Guerra de la Independencia Española. Fue tomado prisionero. Se lo llevaron a Francia en donde se relacionó con un grupo de cuáqueros y se convirtió al deísmo. Al volver a España se ocupó como maestro en Valencia y empezó a tener problemas por no llevar a sus alumnos a misa, y por sustituir la frase "Ave María" por "Las alabanzas pertenecen a Dios" en las oraciones del colegio. Lo arrestaron y encarcelaron en 1824, y tras una espera de dos años, fue condenado a muerte. Y acá viene lo estrambótico, le construyeron una hoguera simbólica. Era un barril con llamas pintadas que pusieron bajo la horca, aunque la horca sí era real, y el pobre Cayetano murió el 31 de julio de 1826. Sus restos fueron metidos en el barril y quemados en el antiguo Cremador de la Inquisición. Esta última condena era sólo un rastro del poder inicial de la Inquisición española que, tres siglos y medio después de haber sido instituida por los reyes Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, se desmantelaba. Poco por no decir ningún consuelo para Cayetano Ripoll.

This entry was posted on miércoles, 3 de abril de 2013 and is filed under ,. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0. You can leave a response.

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