Tres años más tarde Camille aparece en esa misma curva sin comprender que hace ahí. El pueblo se ve iluminado a lo lejos, está a un par de horas de caminata. Cuando llega a su casa es noche cerrada. Entra y va derecho a la heladera, tiene mucha hambre. Su madre está en el piso de arriba y baja para ver qué son esos ruidos en la cocina, se supone que no había nadie más en casa. Se queda de piedra cuando ve a Camille comiendo un bocadillo, pero disimula malamente su consternación. Camille le está contando que le ha sucedido algo muy raro y es evidente que no sabe nada. No sabe que la enterraron en el cementerio, ni que han transcurrido tres años durante los cuales pasaron muchas cosas, entre ellas que sus padres se separaran. Por su parte, Lena sigue mintiéndoles a sus padres. Esta vez les dijo que se iba a casa de una amiga, pero en realidad está tomando chupitos en el bar del pueblo. Ya volverá tarde, cuando todos estén dormidos, y se encontrará a Camille en una de las mejores escenas de esta historia. Pero antes de que lo haga, Camille se ha ido a ducharse y la madre llama al padre para decirle que venga a casa. ¿Qué se hace en un caso así? ¿Qué harán cuando Camille comprenda lo que le ha pasado? ¿Cómo se reinsertará su hija en una sociedad que la ha visto morir?
Así comienza Les Revenant, una serie francesa escrita por Fabrice Gobert estrenada en el 2012, que, ya desde el comienzo, recuerda vagamente a Twin Peaks por el uso de las imágenes oníricas y la inquietante música de Mogway. El acierto de esta propuesta pasa sin duda por la vuelta de tuerca que le han dado al tema de los muertos vivos. Los zombis estaban desprovistos de subjetividad, los fantasmas carecían de cuerpo, los resucitados de esta serie no muestran en principio ninguna diferencia sustancial con cualquier hijo de vecino. La resultante es un drama intimista y social, con una muy cuidada fotografía e interpretaciones creíbles por parte de los actores.
La historia transcurre en Annecy, un pueblito aislado de los Alpes franceses, siempre ordenado y pulcro. Casi no se ve gente en la calle y hay una sensación de irrealidad permanente en el paisaje. Annecy también es un pueblo resucitado. Treinta años antes, se rompió la presa y murieron centenares de personas. El pueblo entero quedó cubierto por el lago y hubo que reconstruirlo en terrenos más elevados. Ahora el movimiento parece invertirse con la llegada de los resucitados. El nivel del agua de la presa está bajando inexplicablemente, y a los pocos días ya se asoma el viejo campanario del pueblo inundado.
La serie cuenta con ocho episodios, cada uno centrado en uno de los resucitados. Y se basa en la película homónima de Robin Campillo. La intención de este post es despertarles el interés e invitarlos a mirarla. Sobre el final de la temporada el guión decae un poco, quedan sin resolver algunas incongruencias y la historia pega un giro que le aleja del drama intimista, pero aún así vale la pena. Ya veremos cómo continúa en el 2014.

PD: Otra aproximación al tema de los reaparecidos la hizo él en 1981.