La noche seguía, y también mi dolor, como una araña envolviéndome en sus redes. Era incapaz de reaccionar, pero en un determinado momento y sin saber bien cómo, algo cambió en mí... Te lo juro! Me oí decirle a Benji:«Estupeeeendo!», y aunque sufría, aparté el dolor. Empecé a pasarlo bien... La hostia! Acabamos bailando como posesos en un garito. Ah! ... Me encontré a Cuqui, me contó un chiste buenísimo: «Va un hombre a comprar una cruz y pregunta: "cuánto vale esta?" Y el vendedor responde: "tres millones". Y él dice: "es cara". Y el vendedor: "no es cara... Es cruz"»
Moriremos mirando
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